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jueves, 3 de mayo de 2012

ENTUSIASMO CON LA ORACIÓN Y LA PRESENTACIÓN

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Crónica de nuestra Semana Santa II
Domingo de Ramos y Lunes Santo



El Domingo de Ramos amanecía con incertidumbre climatológica en toda Andalucía.
La mitad de la banda que no pudo desplazarse el sábado hasta Sevilla llegó a nuestra “base” en Dos Hermanas cuando el sol de mediodía se asomaba entre las nubes como gritando que Jesús de Nazaret estaba ya próximo a su Entrada Triunfal y al menos esa tarde no se iba a estropear por la lluvia.

Así fue, y por nuestra parte pudimos disfrutar un año más en Algeciras con la Hermandad “del Olivo”, que junto con la Borriquita, también hace su Estación de Penitencia el Domingo de las Palmas en la localidad gaditana.


Fueron algo más de seis horas disfrutando mucho con las chicotás de Ntro. Padre Jesús en la Oración del Huerto, un “barcazo” con un olivo natural que se renueva cada año, y las figuras de Jesús arrodillado tallado por Francisco Berlanga de Ávila, además de un Ángel que le conforta, y los apóstoles Juan, Pedro y Santiago rendidos ante el sueño mientras velaban a Jesús en el monte Getsemaní.


En la retina guardamos, entre otros, muchos momentos de enorme emoción. Esa impresionante y ajustadísima salida “a pulso” para poder franquear la escasa altura y anchura de la puerta del templo, la revirá y chicotás posteriores donde banda y cuadrilla de costaleros desatábamos la euforia de nuestras emociones contenidas durante todo un año, la entrada en Carrera Oficial por la calle Alfonso XI atestada de gente y que recuerda a la sevillana Sierpes, el paso por la Plaza Alta con nuestras marchas propias y trianeras más espectaculares, la cuesta y la chicotá de “clásicos” engarzados saliendo de Carrera, el tránsito por la calle Sevilla con aires y sones de “triana añeja”, la solemne travesía del Parque Maria Cristina de regreso al barrio, o la suntuosidad de la vuelta y entrada a la Hermandad y su parroquia del Corpus Christi, de nuevo con las marchas más bullidoras de nuestro repertorio.



Un largo recorrido impregnado de la fusión de aromas del incienso y la bahía, donde interpretamos 52 marchas con una enorme compaginación con una cuadrilla que desprende aires flamencos pero llenos de pureza, disfrutando así de una jornada que para muchos de nosotros había empezado 24 horas antes al montar en el autobús oficial de la banda, y que esperábamos con un enorme entusiasmo que se vió más que satisfecho.


Un entusiasmo que llegaba a uno de sus puntos álgidos para la banda al afrontar el Lunes Santo, que como ya es tradición, comenzábamos paseando por Sevilla donde El Cautivo de San Pablo debía haber salido en procesión, de no haberlo impedido la lluvia, con la Banda de las Tres Caidas de Triana poniendo música a sus pasos.

Así, al suspenderse dicha procesión, cambiamos nuestra ruta hacia el otro lado del río, hacia esas calles que nos quitan el sueño. Hacia ese barrio cruzando el puente donde todo es distinto, tan irrepetible y especial, donde parece que el tiempo no corre y huele tan puro el azahar. Volvíamos a Triana, al otro lado del espejo del Guadalquivir, y allí lo primero siempre es pasar por la Capilla de los Marineros y saludar a nuestra Esperanza gitana, y nuestro Cristo moreno, que todos llevamos durante todo el año tan




en el corazón, tan dentro. Volver a encontrarnos con ellos frente a frente y que esas miradas tan vivas y penetrantes nos emocionen de nuevo. Y en esos momentos en nuestro interior todos pensamos, ¡Viva Triana!


Momentos de oración, reflexión y plegarias, pero también de confraternización por las calles sevillanas. De pasarlo bien de tapas y cañas, en torno a ese mítico Bar Santa Ana de la calle Pureza y el resto de sus tascas llenas de solera, encontrándonos allí también con amigos sevillanos de todos estos años, y sobre todo con nuestros compañeros de la Victoria de León, con quienes ya compartimos ese punto de encuentro de “nuestra otra Semana Santa”

Pero el cielo seguía cerrado y en nuestra mente estaba Dos Hermanas, cuyas puertas se nos habían abierto para esa tarde de Lunes Santo acompañar como Cruz de Guía a la Hermandad de la Presentación al Pueblo siendo, quizá, el compromiso de este año que más nos ilusionaba.

Del año anterior recordábamos las emociones tan intensas que vivimos metidos en la “bulla” entre el paso y la banda en esa misma procesión, ante tanto público y por un trazado tan bonito, como el que teníamos oportunidad de disfrutar. Pero la lluvia frustró que este año debutáramos en la que ya es como nuestra casa en el sur, al menos saliendo a la calle para hacer Estación de Penitencia. Y un sentimiento de rabia, lástima y decepción, inicialmente nos invadió por no poder cumplir un sueño como ese.

Pero sin embargo aun había emociones y sentimientos inolvidables que nos aguardaban. Para empezar, el magnífico trato de los miembros de la que para muchos es la mejor banda de cornetas actualmente siendo un referente en su estilo. La BCT de la Presentación al Pueblo.

A pesar de no ser nuestro caso, pues como todos sabéis nuestro compás es el de Triana, fue inolvidable el trato recibido en su casa de Hermandad, y especialmente por parte de su director Luis Palacín, que nos emocionó incluso con sus palabras. Siempre estaremos eternamente agradecidos por el cariño mostrado, que dio pie a sellar un compromiso por ambas partes para que el año que viene podamos disfrutar juntos y ese debut que ansiábamos tan sólo se vea aplazado. Un hermanamiento plasmado en un intercambio de medallas, pero por si esa cercanía y ese aprecio que nos mostraron no había sido suficiente consuelo, fue un honor y un inmenso orgullo que nos abrieran las puertas de su casa, de su sede social, para permitirnos ensayar en su local en una tarde de frío y lluvia que gracias a su hospitalidad se convirtió en tremendamente calurosa y será una de las más memorables en nuestra historia.


Con toda humildad, tenemos que reconocer que nos conmovió ver las caras de sorpresa y oir las palabras de felicitación que algunos músicos de la “Presen” allí presentes nos dirigieron. Lo cierto es que, con total modestia, no tenemos reparo en reconocer que la banda sonó espectacularmente; lógicamente contando con una motivación extraordinaria al estar interpretando nuestras marchas propias y nuestro repertorio trianero en un templo de la música cofrade como ese. Y así, aquella noche y aquél ensayo se convirtieron en un concierto íntimo para nuestro propio disfrute. Un gozo y un entusiasmo que pocas veces hemos sentido en esa medida, y que mediante estas líneas, y tantas veces como tengamos oportunidad, queremos agradecer de nuevo a la banda de la Presentación al Pueblo.

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