Crónica de nuestra Semana Santa III
Martes Santo – Coria del Río
El Martes Santo amanecía con la misma indecisión climatológica que nos mantuvo en vilo las jornadas precedentes, con un cielo en el que predominaba el azul durante la mañana, pero que a través de las aplicaciones “capillitas” para móviles, pronosticaba altos porcentajes de presentar tonos más grises para la tarde.


Una lluvia que para colmar el infortunio sólo se quedó en amenaza, pero que obligó a evitar riesgos patrimoniales y personales y tener que suspender una procesión a la que el año que viene, por tanto, acudiremos con ganas triplicadas, y tal como pintan las cosas, si Dios quiere, con una familia que habrá crecido por encima de los 70 componentes y estará aún más preparada musicalmente.
En cualquier caso, aquella tarde de abril, de Martes Santo de 2012, que todavía recordamos tan cercana, nos dejó uno de los momentos más emotivos e intensos de nuestra Semana Santa, cuando uno de nuestros solistas, en un gesto espontáneo en la intimidad de la Hermandad, su templo y sus devotos, rompió aquél silencio de muda frustración y rabia por no poder salir a la calle, con el penetrante y refinado “solo” de Silencio Blanco, en un gesto con el que en nombre de la Buena Muerte, queríamos complacer y consolar la tristeza de los más de 600 nazarenos y casi 1.500 cofrades.
Ese sonido de corneta al aire, esa templada melodía, esa característica nota alargada y sostenida, siempre se quedarán en el eco de nuestra memoria y esperamos que en el de las gentes de Coria del Río, que agradecieron y correspondieron el detalle con una calurosísima ovación impregnada del cariño que profesan a sus Titulares, y que esperamos que con nuestra compañía –a la tercera va la vencida- puedan exhibir el próximo 2013 por las calles de su preciosa localidad sevillana.
Un compromiso para el que desde el lunes de Pascua ya nos estamos preparando, sin cesar en nuestra pasión y nuestro modo de vida, con el que disfrutamos de momentos tan exclusivos e indescriptibles como también fue el que cerró aquella tarde de Martes Santo en que para no perder “labio”, la Banda de la Presentación de Dos Hermanas nos concedió el honor y el orgullo de abrirnos las puerta de su sede social y su local para poder ensayar en su propia casa como ya anticipamos en nuestra anterior crónica, constituyendo otro momento inolvidable y a destacar en las páginas de nuestra historia.
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